Non, je ne suis pas Antillais !

¡No, no soy de India Occidental!

Pero si no amas el país en el que vives, nadie lo amará por ti. Salvo en los folletos, con caras de asombro, como quien ama una puesta de sol.» Edouard Glissant, La cabina del comandante (1981).

Las Antillas, este lugar tan vasto como pequeño, porque es reductivo en muchos aspectos. A menudo se desaprueba y se rechaza ir en contra de esta denominación convencional porque de repente uno se convierte en un divisor social, un obstáculo para... « vivir juntos » Y sobre todo, un anti-Ciudadano del Mundo. Escribí esto en preparación para mi exposición de 2016: « …Decidí no buscar de dónde vengo ni adónde iré para comprender quién soy, sino afirmarme en quién soy para comprender mi historia y construir mi futuro. Es un enfoque que parecería significar que lo hecho, hecho está, y que debemos olvidar el pasado para avanzar juntos, como tan bien lo dicen los... « habitantes del mundo ». Pero no es así. Si bien hoy nadie es responsable de lo ocurrido hace 400 años, todos seremos responsables de las consecuencias de nuestros lapsus de memoria en los próximos años. » ¿Cuál es la conexión, te preguntarás? ?Es sencillo.

Si el vino, la fruta y todo lo que consumimos tiene una originalidad debida a su respectivo terroir, no hace falta decir que también existen territorios geográficos que precisamente sustentan cada uno de estos terroirs. Aunque no seamos frutas, ni verduras, y mucho menos alcoholes, no somos menos sensibles a los lugares que todos los elementos naturales que nos constituyen. Esta reflexión, igualmente sencilla, es la siguiente: ¿Cómo definirte en una identidad cuando el deseo del sistema es ahogarte en una norma humana?

No puedo definirme como antillano ni caribeño sin antes definirme como guadalupeño. En primer lugar, porque las Indias Occidentales son un vasto archipiélago compuesto por más de 13 países y más de 14 dependencias. Ocupando el Mar Caribe (Antillas Mayores Y Antillas Menores), EL Golfo de México (costa noroeste de Cuba) y elOcéano Atlántico (Islas Lucayanas o el conjunto que agrupa los Bahamas y el Islas Turcas y Caicos). El archipiélago forma un arco de círculo de más de 4 000 km de largo que se extiende desde el Golfo de México (Cuba) al mar de la Venezuela (Curazao Y Aruba), todo en un espacio indefinido llamado el Caribe. Por lo tanto, este lugar llamado las Antillas es un área compartida por países, pero también por grandes potencias económicas y coloniales como Francia, Estados Unidos y los Países Bajos. Entonces, soy antillano, ¿qué significa eso? Para mí esto es una tontería. ¿Deberíamos definirnos en relación con una historia común relativa, la de la esclavitud y los puestos comerciales avanzados de los imperios coloniales? ¿Cuál es reductivo? ¡¿O deberíamos definirnos según las realidades de los territorios?! De qué se nos acusa Por mi parte, he optado por definirme como guadalupeño, mi territorio, mi archipiélago, el que me formó.

Me parece que, en última instancia, lo que conecta y une a la humanidad es la aceptación de la expresión de las diferencias que nos unen. Estas diferencias no son en absoluto peyorativas ni divisorias, sino todo lo contrario. Estas diferencias son fortalezas, piezas de un mismo rompecabezas que debemos construir, cada una encajando en una o más piezas en su lugar único. Pero, en lugar de eso, intentamos transformar un magnífico rompecabezas de 5000 piezas que requiere tiempo, paciencia y observación minuciosa en un rompecabezas de 10 piezas que parece más fácil de completar. Así, creamos identidades conceptuales para agrupar identidades particulares, aunque estas no nos impidieron en absoluto formar parte de la misma familia. Así como no soy mi hermana, ni mi hermano, ni mucho menos mi padre y mi madre, somos, no obstante, una unidad familiar. Así como ser guadalupeño no impide participar en un espacio caribeño que constituye una familia extensa formada por pueblos con particularidades y que se reconocen en vínculos históricos y culturales comunes con variantes singulares.

No, no soy antillano. Soy guadalupeño. No puedo confinarme en una falsa grandeza que es solo una mezcolanza de lo que nadie quiere considerar. No puedo aceptar ser un cubano mal vestido con ropa haitiana en una canoa francesa sacudida por las olas de contornos inciertos. Soy guadalupeño, hermano del haitiano, primo del cubano, tío del martiniqueño, cuñado de algunos y pariente de todos. ;una familia que discutiría su futuro tomando en cuenta la identidad y la expresión de la identidad de cada uno de sus miembros.

Goodÿ – 28 de septiembre de 2020

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