
Pintar
Publicación del 8 de abril de 2023
No sé si encontraré algo en mi búsqueda, pero cubro y vuelvo a cubrir las capas pictóricas con la esperanza de ver lo que no veo, de sentir lo que veo y de expresar lo que siento por los individuos que conforman nuestro mundo. La música me arrastra a una atmósfera saturada, al borde de la niebla en la que temo perderme, mi cabeza está llena de imágenes y pensamientos, mi corazón lleno de esperanza, y pinto por pintar porque solo puedo pintar para no destruirme, para no perderme en este mundo que sufre de felicidad, llora de alegría y ríe de sus males. Un mundo que lucha por su liberación revolcándose en su sufrimiento y humanidad destructiva. Algunos luchan por salvar lo que queda, otros por mejorar lo que existe diciéndose a sí mismos que no verán el fin de los fines. Viviendo el día a día sin pensar en el mañana, preparando una salida de emergencia para dejar lo que sin embargo habrán contribuido a construir; Para, llegado el día, exiliarse a otros cielos que habrán preparado para recibirlos tal como son. Un triste cuadro pintado aquí, pero todo vale la pena vivirlo porque solo la suma de experiencias nos permitirá vislumbrar mañana la verdad que nadie conoce. ¿Quién de nosotros puede jactarse de saber hacia dónde va el mundo, hacia dónde van los hombres? Nadie sabe si tiene razón al hacer lo que hace, pero justifica sus acciones con su buena fe, siempre que sea posible. Es difícil encontrar un equilibrio entre el pasado que nos corroe, el presente que nos deja un sabor a incertidumbre y el futuro en el que depositamos nuestra esperanza de una situación mejor que la actual. Pero, ¿mejor comparado con qué? Les pregunto a ustedes que miran mis obras y leen estas pocas palabras lanzadas allí sin pretensiones, si no solo la de una necesidad de escribir mientras pinto. No sé si esto es bueno, pero creo porque si no lo hago, muero en mi alma, y escribo porque la necesidad está ahí en este momento.
El movimiento es todo lo que me interesa capturar. Este movimiento que es nuestro en nuestras luchas, nuestros placeres y nuestra inmovilidad. Alegría, tristeza y todo lo demás, tantos sentimientos que son lo que son solo porque existe su opuesto. Espacio y tiempo sin los cuales el movimiento es solo inercia del yo en el mundo. Estas entidades, palpables o no, entre lo visible y lo invisible, lo creado y lo increado, que nos dan esta impresión de existir, esta sensación de vivir, y que nos hacen dudar ante los males que nosotros mismos creamos. Busco la incertidumbre en la satisfacción de una obra terminada o, mejor dicho, detenida en un instante.
Una renovación que no necesariamente expresa mi estado de ánimo, pero donde éste influye fuertemente en mi percepción del mundo, y ahí comienza esta batalla pictórica entre el lienzo, la pintura y yo.Solo la historia podrá decir quién de nosotros ganó, si es que puede haber otra victoria que la de compartir con otros este placer que siento al pintar. Qué egoísta, dirían, quizá esta autocomplacencia. Sin embargo, la acepto de buen grado, porque en este mundo donde el individualismo contemporáneo se expresa en un comunitarismo exacerbado, es bueno recordar la propia existencia sin vivirla a través de una búsqueda común de originalidad ni aceptando las cosas como una finalidad inevitable.