
Pensamientos
« No es necesario poseer grandes recursos materiales, basta con tener una línea de conducta, un cierto rigor, una voluntad capaz de afrontar todos los obstáculos del camino que uno se ha propuesto resueltamente. »
Profesor Hyacinthe Bastaraud
Constantemente borramos fragmentos físicos de nuestra memoria para reemplazar nuestro interior con promesas que ya sabemos que no se cumplirán. Actuamos a imagen de nuestra ciudad y de nuestros constructores, arrasamos para crear algo nuevo sin tener en cuenta nuestras historias, solo por querer asemejarnos a quienes nos hicieron como nos hemos convertido, sin tener en cuenta quiénes éramos, para crear un supuesto...
Fue en ese momento que comencé a observar al individuo social y a trabajar en sus historias. Para entender el porqué de nuestro ser y el cómo de nuestro devenir. En mis obras hasta 2008, que tenían como soporte nuestra Historia y nuestras historias, como su material nuestra existencia y como su expresión nuestro devenir, el objetivo principal era mostrar que el problema no era solo ser un individuo de color (porque todos somos de un color diferente y esa es la riqueza de la naturaleza que nos permite reconocernos en nuestras diferencias, o en cualquier sistema), sino también ser un actor individual social en el mundo. Me hubiera gustado hablarle al esclavo, no al de la trata de esclavos, sino al que nos impide progresar, al que se doblega, al que se rebela en silencio y baja la cabeza en público y acepta, en su grito, seguir a la minoría que lo guía. Me hubiera gustado hablar con este esclavo para decirle que tendremos que construirnos cada día, preguntándonos qué estamos haciendo para glorificar la lucha que hombres y mujeres han librado para ofrecernos esta libertad que hoy tenemos. Pero también, y sobre todo, que tendremos que construirnos a partir de nuestra herencia, porque ya no podemos dejar pasar el tiempo ni tomarnos nuestro tiempo. Hoy es más que tiempo para redefinir, comprometernos y actuar.Quería entonces pintar este tiempo, el tiempo de nuestras vidas para que pudiéramos mirarnos a través de nuestros males, nuestras esperanzas, nuestros sufrimientos, nuestras alegrías, nuestras dudas, nuestras certezas, nuestras liberaciones. Y paradojas que cobran sentido en nuestras sociedades donde el tiempo se personifica y, a veces, se le dota de voluntad. A menudo nos encontramos atrapados en el tiempo, sin saber qué hacer con el que nos queda, abrumados por él, pero ahora, este tiempo se nos escapa tan rápido que ya no tenemos tiempo. Seamos actores y no esclavos, y aprovechemos el tiempo, no para dominarlo ni explotarlo, sino para navegar su fluir, tejer con su hilo y cuidar su duración. Será largo, laborioso e incierto, porque tendremos que aprender y reaprender deshaciéndonos de nuestras certezas para someterlas a la prueba de la reflexión. Una reflexión que debe hacerse habiendo marcado el rumbo de una nueva humanidad, mientras trazamos el camino que debemos seguir juntos por separado.